El ‘regreso’ del lobo terrible es una hazaña impresionante de ingeniería genética, no una reversión de la extinción

Timothy Hearn, Anglia Ruskin University
La empresa biotecnológica Colossal, con sede en Dallas, ha anunciado el nacimiento de tres cachorros que presentan firmas genéticas del lobo terrible, un depredador icónico que deambuló en América del Norte por última vez hace más de 10.000 años.
Con sus nombres Rómulo, Remo y Khaleesi, estos cachorros apelan a la imaginación cultural, mezclando mitología antigua con ficción fantástica. Rómulo y Remo hacen referencia a los legendarios fundadores de Roma, criados por una loba, mientras que Khaleesi evoca a los lobos terribles de Game of Thrones.
Es una historia de «resurrección» hecha para los titulares, pero bajo esta narrativa dramática yace una historia más matizada –y más fundamentada científicamente–. El nacimiento de estos cachorros no representa el regreso de una especie extinta. En cambio, es una demostración del avance en la biología sintética (una disciplina que rediseña sistemas presentes en la naturaleza), y un recordatorio de lo lejos que estamos aún de revertir realmente la extinción.
El trabajo de Colossal sigue la línea de otro de sus proyectos de alto perfil: el esfuerzo por “resucitar” al mamut lanudo. Ese proyecto comenzó con ratones que portaban genes del mamut –una primera evidencia de que la edición genética podría algún día producir elefantes resistentes al frío con características similares a las del mamut. El proyecto del lobo terrible es un ejercicio similar en cuanto al potencial tecnológico, no una resurrección biológica.
¿Qué ocurrió exactamente en el laboratorio? Los científicos de Colossal extrajeron DNA antiguo de restos fosilizados de lobos terribles, incluyendo un diente de 13.000 años y un hueso del oído de 72.000 años. A partir de estas muestras, secuenciaron el genoma (el conjunto completo de DNA en las células) y lo compararon con el del lobo gris moderno.
Identificaron aproximadamente 20 diferencias genéticas clave en la apariencia del animal extinto. Estas diferencias corresponden a pequeños cambios en el código genético conocidos como polimorfismos de un solo nucleótido, o SNPs.

Estos SNPs específicos fueron luego editados en el genoma de un lobo gris usando CRISPR-Cas9, una poderosa herramienta de edición genética que permite modificaciones precisas a nivel de DNA. Las células modificadas se utilizaron para crear embriones, que fueron implantados en perros domésticos como madres sustitutas. Los cachorros nacidos presentan algunos rasgos que se cree son característicos del lobo terrible: hombros más anchos, cuerpos más grandes y pelaje claro.
Sin embargo, esto plantea una pregunta crítica: ¿qué tan diferente es realmente este animal?
Para entender las limitaciones de este enfoque, consideremos a nuestros parientes más cercanos en el reino animal: los chimpancés. Los humanos y los chimpancés comparten aproximadamente el 98,8% de su DNA, pero las diferencias conductuales, cognitivas y fisiológicas son claramente profundas. Aunque 98,8% suena similar, eso equivale a unas 35–40 millones de diferencias en los pares de bases del DNA.
Ahora pensemos que la separación evolutiva entre los lobos terribles y los lobos grises ocurrió hace más de 300.000 años –y las dos poblaciones ya llevaban divergiendo genéticamente mucho antes de eso. Esto implica que probablemente existan muchas más diferencias genéticas entre ellos. Editar 20 SNPs –de entre miles de millones de pares de bases– es un cambio minúsculo en términos evolutivos.
¿El resultado? Estos animales pueden parecerse un poco a los lobos terribles, pero no lo son. Son lobos grises con algunos retoques cosméticos. En este sentido, el proyecto representa una demostración notable de ingeniería genética, más que un renacimiento literal de una especie extinta.
Dicho esto, sigue siendo un logro extraordinario. Extraer DNA utilizable de restos antiguos, secuenciarlo con precisión, identificar variantes genéticas significativas y editarlas con éxito, y luego criar animales basados en esa información, son todos hitos dignos de celebración.
Aplicaciones positivas – y riesgos
Las técnicas perfeccionadas en este proyecto podrían tener aplicaciones en conservación, especialmente para especies en peligro que sufren de consanguinidad y cuellos de botella genéticos.
Este trabajo también amplía los límites de lo que puede hacer la biología sintética. La capacidad de incluir o excluir rasgos específicos de un genoma es valiosa no solo por curiosidad científica, sino potencialmente también para la salud pública, la agricultura y la restauración ecológica. Pero con estas nuevas herramientas vienen nuevas responsabilidades.

¿Qué papel jugarán estos pseudolobos terribles en la naturaleza? ¿Se comportarán como los depredadores extintos que imitan, o solo se parecerán en forma y no en función? Los ecosistemas son redes de interacción delicadamente equilibradas: agregar una criatura que es similar pero no idéntica a un antiguo depredador ápice podría tener consecuencias impredecibles.
Los jóvenes lobos viven aparentemente en una reserva natural de 2.000 acres en una ubicación secreta. Aunque la reserva está rodeada por una cerca de 3 metros de alto, los lobos tienen mucho espacio para deambular y podrían encontrarse con otras especies.
Algunos investigadores argumentan que, en lugar de perseguir especies perdidas, deberíamos centrarnos en proteger la biodiversidad que aún tenemos. Los recursos invertidos en la desextinción podrían aprovecharse mejor en preservar hábitats, restaurar ecosistemas degradados y prevenir extinciones actuales.
El proyecto del lobo terrible de Colossal no es una resurrección, es una imitación. Pero eso no significa que carezca de valor. Ofrece una visión de las posibilidades de la ciencia genética y plantea preguntas esenciales sobre lo que realmente significa “revivir” una especie extinta.
Pero al final, no se trata de si podemos traer de vuelta a los muertos. Se trata de qué hacemos con el poder de rehacer a los vivos.
Timothy Hearn, Profesor titular de Bioinformática, Anglia Ruskin University
Este artículo fue republicado de The Conversation bajo una licencia de Creative Commons. Lee el artículo original.